En Ramón Conde confluyen diversos ámbitos de representación del arte contemporáneo.
Es un escultor presente en la escena artística desde hace más de tres décadas que ha destacado singularmente por la realización de grandes obras en bronce para ser instaladas en espacios públicos.
Uno de sus discursos refiere a la imagen de gran corporeidad que el artista guarda en el recuerdo de su padre. Su línea de creador figurativo y realista le lleva a realizar con impecable factura enormes piezas de personajes voluminosos que homenajean la figura paterna y sus alter egos femeninos.
Otra línea de su discurso refiere a la obra que se parece al artista. Sus representaciones de academias de desnudo masculino son recreaciones de su propio aspecto físico.
El hombre hercúleo, dotado de complexión fornida y atributos de gran virilidad se repiten en su catálogo haciendo cita de los héroes clásicos como Hércules, David, Goliat, Hermes o el caminante. Un catálogo de masculinidad aparece repetidamente en su producción.
El clasicismo formal de sus esculturas de hombres desnudos se complementa idóneamente con metáforas conceptuales como la idea de la obra que se parece al artista, la cita a la mitología axial y la recuperación de un arquetipo vigente desde hace 2000 años. El hombre hercúleo.
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